Cuando se lleva en el alma algo tatuado es imposible despegárselo, ya se convierte algo inherente a la persona, cualquiera que escuche mi historia pensara que si en verdad tuve la necesidad de hacer eso, pero cuando uno nace para algo el destino se hace cómplice para cumplir esa finalidad. Primera vez que confieso mi historia, es algo que no acostumbro a hacer, pero uno no puede llevarse los secretos a la tumba, porque después uno no queda marcado en el tiempo o en la vida de alguien.
El inicio
de mi vida fue igual a la de los demás, nací algún día de algún año, dependía
de mis padres hasta cierta edad, hasta que pude hacer ciertas cosas
independientemente, pero aún seguía viviendo bajo su techo, mi infancia fue
bastante tranquila, acorde a mis edades y mi nivel social, éramos una familia
bien acomodada de la clase media, mis padres me daban los que podían y cuando
podían, era la consentida de la abuela y me cocinaba todo lo que quería.
Mi vida y
mi mundo cambio cuando entre en la adolescencia, mi cuerpo cambiaba pero no
entendía para que cambiaba, sabía que era natural pero no sabía cuál era la
finalidad de los cambios. Una noche, siempre tuve la costumbre de ver
televisión hasta tarde, entre matices de colores y cambio de canales buscando
que ver entre los canales, observo dos cuerpos desnudos, en verdad me llamo
mucho la atención, deje el canal, seguí observando a medida que la escena
sentía que mi cuerpo experimentaba sensaciones que estaban dormidas hasta ese
momento, era la primera vez en mi vida que veía una porno, sabía que existan,
pero nunca me llamo suficientemente la atención hasta este momento, a medida
que se tornaba más profunda la situación mi cuerpo iba experimentando
sensaciones placenteras, pues así fue la primera vez que experimente en qué consistía
excitarse o como se dice vulgarmente, me moje. En serio no sé cómo termine
aquí, yo no soy ninguna criminal, al menos que asesinar a alguien en la mente
sea un crimen tipificado, si lo es no lo sabía.
Después
de ese momento, sentí mucha curiosidad, seguí investigando, pero después no le
di mucha importancia, pasaron los años, mi cuerpo siguió cambiando y seguía
completamente ignorante a esos cambios. Uno de mis tantos novios, este tenía
algo especial, cosas típicas que dice una del noviecito que le marca la
vida en la época del liceo. Estando los dos solos, a esa edad es imposible
tener tanta privacidad como en ese momento, entre besos y caricias se despertó
aquella sensación que pensé que había desaparecido, de pronto se volvió una
sensación como de sed o hambre, solo que no sabía cómo saciarla, pero gracias a
mi compañero descubrí cual es la fuente infinita de placer, el sexo. Escucho a
lo lejos "por ahí viene un policía", usare mis encantos a ver si me
regala un cigarro, si estaré aquí que por lo menos sea agradable mi estadía
muy amablemente le pido un mísero cigarro, y por primera vez veo que un policía
sede, siempre he pensado que son las personas con un ego infinito más inmenso
que el mar, pero esta vez pegue una.
Después
de ese novio, tuve otro, otro, otro, otro, otro y muchos, de ahí fui
adquiriendo fama de que era buena cama, nunca caí en las malas lenguas de las
mujeres, sino en las buenas de los hombres, entre ellos se comentaban, y hasta
deseaban tenerme en su cama. Un día llego un chico, primera vez que lo veía por
la zona, él me dice quiero hacerlo contigo, y yo será posible, pero es un alto
precio, en verdad lo dije en broma pero nunca me retracte, y el muy decidido me
dijo, dime cuanto y yo tendrás, esa fue la primera vez que fui una profesional
del arte sexual, ese fue mi pequeño e insignificante comienzo. Entre susurros
escucho "esa muchacha es bioanalista ¿por qué estará aquí?", yo
tampoco sabía porque estaba ahí, aunque les confieso no es tan malo como dicen
en los documentales, me dejan fumar y hasta café te dan.
A mí no
me molestaba nada confesar que soy una prepago, como dice la sociedad, aunque
la verdad me considero una profesional del arte del sexo, "mija ¿y el amor
que?", dice una mujer que me escuchaba, "ay señora, me enamore pero
el muy condenado se fue con otra porque tenía más dinero", esa parte de mi
vida no fue tan relevante. Mi madre siempre se preocupaba para que estudiara lo
que quería, solo que ella no sabía que en mi verdadera profesión ya estaba
graduada, la verdad es que soy bioanalista, profesión fácil y bien pagada,
buena para aparentar, mientras que en mi otra profesión cada cliente era
diferente, algunos consideraban que el amor era lo que conseguían mientras
disfrutaban el olor de mi cabello en alguno de los juegos que solicitaban, algo
si era cierto nada me sorprendía, todos con gustos diferentes. Algunos pedían
que me disfrazara de secretaria, otros que usaran juguetes, en fin. A muchos le
encanta la idea de tener una mujer que esté dispuesta a todo por una buena
remuneración monetaria, ya que sus esposas o novias son muy básicas y eso a la
larga aburre.
He estado
en cama de muchas personas, eso sí, si te veo no te conozco, la discreción era
mi principal principio, ya que las prostitutas no son bien vistas en la
sociedad. He aprendido a llevar una doble vida, tranquila pero a la vez
llena de lujuria, me encantan mis profesiones, una más que otra, pero igual
las disfruto tal vez hoy pueda estar en la cama de alguien y mañana sacándole
la sangre a cualquiera, siempre y cuando no siga condenada por defenderme de un
hombre que solo quiso violarme.